Blasfemias


Cuando la gente normal recibe gacetillas o publicidad indeseada la marca como spam o la mueve a la papelera de reciclaje. Ya están tan acostumbrados, que lo hacen con resignación, como un obrero que palea tierra de siete de la mañana a seis de la tarde. Yo, sin embargo, que de normal no tengo nada, ni lo borro, ni trato de darme de baja de esa lista macabra. Yo al spam lo contesto. Me gusta suplicarles de forma escandalosa o rezongona que me dejen de arruinar la vida o decirles alguna barbaridad. Incluso si eso activa mi casilla para que me envíen todavía más spam. No puedo evitarlo. Es un vicio

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