DESPIDOS.....

Todos saben que antes de volverme famoso pertenecía a una de las más prestigiosas sociedades psicoanalíticas que luego de ciertos manejos oscuros, terminó por dividirse en dos. De un lado quedaron los conservadores de siempre, la vieja estructura, los arribistas. Del otro quede yo y todos lo que con el correr del tiempo, seguramente se me irán sumando. Durante muchos años tuve un reconocido lugar en esa asociación. Todo aquel que quería -y en esto incluyo a los más prestigiosos colegas- dictar seminarios, participar de reuniones o simplemente ingresar a la institución, debía contar con mi aprobación para hacerlo. No tenían alternativa, yo era el encargado de seguridad. Parado en la puerta sólo le franqueaba la entrada al que se lo merecía. Y es cierto que a veces tenía "unos de esos días" lo que volvía un poco engorroso el normal desarrollo de las actividades, pero, ¿quién no? Tampoco piensen que es fácil andar diagnosticando colegas todos los días. Además estaban los pacientes. Pobres. Dicen que la interpretación es el arma del psicoanálisis. Personalmente, prefiero una 45. De la época en que tuve permiso para usarla fueron mis mejores publicaciones. El psicoanalista argentino promedio es un tipo envidioso que le gusta que lo reconozcan. Como muchas de mis intervenciones con pacientes se volvieron famosas, mis colegas me hicieron a un lado. Recuerdo una en la que un masculino caucásico llegó al consultorio y me dijo: "Licenciado, usted no sabe, mi mujer, me dan ganas de matarla." A lo que yo contesté: "¿Y por qué no la mata?" Acto seguido di por finalizada la sesión. Nunca un caso fue tan comentado. Después de eso me echaron. Era lo que necesitaba para dedicarme de lleno a la psicoastrología. Fue el día en que Júpiter se apoyaba en Marte y Marte se quedaba callado.Lic. Goldenberg

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