La dictadura en Mendoza

Los nombres y apellidos del último golpe en Mendoza En Mendoza no fue menos intensa la represión desatada por el terrorismo de Estado que implementó la dictadura militar. De acuerdo al organigrama, Mendoza -tanto como San Juan y San Luis- formaban parte de la 3a. Zona, con centro de operaciones del 3er. Cuerpo de Ejército, en la provincia de Córdoba. En Mendoza, la cúpula responsable de la represión en sus momentos más intensos, entre l976 y l979, estuvo constituída de la siguiente forma: - Comandante III Cuerpo de Ejército (Córdoba), Gral. de División Mario Benjamín Menéndez. Posteriormente asumiría el Gral. Antonio Bussi. - Comandante de la VIII Brigada de Infantería de Montaña, Gral. de Brigada Jorge Maradona. - Segundo comandante de la VIII, Coronel Tamer Yapur. - Jefe de División Operaciones, Tte. Coronel Nemesio Schro. - Jefe División II de Inteligencia, Tte. Coronel J. Lázaro - Segundo Jefe Inteligencia. Tte. Coronel Enrique Gómez Saa. - Jefe Destacamento Inteligencia (SIE), Tte.Coronel Wáshington Barrera. - Jefe Secret. Inteligencia del Estado (SIDE) Tte. Coronel A. Farías. - Jefe Inteligencia IV Brigada Aérea, Mayor Podorno. - Jefe de Policía Mza. Vicecomodoro Julio César Santuccione. - Segundo Jefe Policía, Comisario Gral. Ramón Arrieta Cortez. - Jefe de Inteligencia (D2) Pol.Mza. Com.Gral. Pedro Dante Sánchez. - Jefe Pol.Motorizada, Comisario Manuel Greco. - Jefe interrogadores y torturadores García Cuevas, que después sería "premiado" como "héroe de Malvinas", al igual que el guardiamarina Giaquinta, mendocino y muerto en Malvinas, pero reconocido como torturador en esa fuerza. - Jefe de la SIDE en San Rafael, Mayor Luis Faustino Suárez. - Coronel Carlos Horacio Taragano, Director del Liceo Militar "Gral. Espejo". - A este listado debe agregársele el jefe de la IV Brigada Aérea, brigadier José Carlos González, subjefes, el jefe de la Policía Federal en Mendoza, jefes, como también comisarios y oficiales de la Policía de Mendoza. En las fronteras, Gendarmería Nacional también tuvo protagonismo, tratando de evitar el paso hacia Chile de perseguidos argentinos. Lo mismo, de perseguidos por la dictadura pinochetista. En l979 el Brigadier Augusto Hughes asume como jefe la IV Brigada Aérea. A su vez, el Gral. Mario Ramón Lépori asume la jefatura de la VIII Brigada de Infantería. Funciones El Coronel Tamer Yapur era el titular de un mal llamado "Consejo de Guerra", que en realidad era formado por la "comunidad Informativa", o sea de todos "los servicios" de las fuerzas represora. Su misión no era la de condenar en los términos clásicos de un Consejo de Guerra, sino la de imponer condenas secretas que se le adjudicaba a un detenido en el esquema de seguridad que se había elaborado. De esta manera, en los campos de concentración del Lice Militar, en la Compañía VIII de Comunicaciones, y en la colonia de Vacaciones de Papagallos -pertenienciente al Ministerio de Educación, cuyo titular era el teniente coronel Juan Esteban Echazú- se mantenía detenida, incomunicada, sin defensa alguna, a cientos de personas. Algunas de ellas fueron liberadas, pero muchos más fueron trasladados a penales nacionales a cumplir penas mayores, sin juicio previo y sin conocer acusación concreta. Otros son desaparecidas. Los campos de concentración estaban a cargo del Tte. Coronel Nemesio Schro. El equipo de interrogadores estaba a cargo del mayor de aeronáutica García Cuerva. Cometieron torturas de todo tipo, desde el uso de bolsas para provocar asfixias momentáneas, hasta la picana. Un procedimiento habitual era torturar a un hombre en una sala y en otra contigua hacer escuchar los gritos desgarradores a su novia o esposa. A otros arrestados los golpeaban o los colgaban desnudos, propinándoles verdaderas palizas. Algunos fueron colocados en sótanos, sin aire ni luz, durante tiempos prolongados. Algunos fueron extorsionados a transferir bienes a nombre de sus verdugos. Centros clandestinos No fueron pocos los centros de detención que funcionaron en Mendoza,todos ellos clandestinos, donde los detenidos entraban en las tinieblas tenebrosas de su desaparición. Concretamente fueron centros ilegales o clandestinos: - El Palacio Policial - La Comisaría 8a. de Godoy Cruz - Cuerpo de Bomberos - El Comando (calle 9 de Julio) - Liceo Militar "Gral. Espejo" - Cía de Telcomunic. l44, Campo de los Andes - Base Aérea , IV Brigada - Colonia de Vacaciones Papagallos - Tribunales de San Rafael - Penitenciaría Provincial - Las Lajas. Pero la mayoría de las comisarías en el Gran Mendoza y en las cabeceras departamentales fueron centro de detención provioria, como asimismo en otras sedes militares, donde lo primero que se hacía con el prisionero era torturarlo. En una de esas sedes, funcionaba lo que los jefes de torturadores llamaban "la escuelita", pues allí los noveles destinados a esas tareas, lograban el aprendizaje torturando a los presos que eran llevados ex-profesos. Aquí en Mendoza, se producían cientos de detenciones, asesinatos y desapariciones aún antes del golpe, como asimismo atentados que tenían la impronta o sello del terrorismo de Estado, desatado con toda furia. La militancia popular ya había tenido sus bajas a manos de la Tiple A. En esta provincia hacía operaciones siniestras el llamado Comando Anticomunista Mendoza (CAM), un remedo de aquella Triple A, constituído por elementos parapoliciales financiados por sectores del empresariado. A su vez, se desataba una ola de terror por parte de un llamado Comando Pío XII, a cuyo frente estaba Santuccione, el jefe de Policía, que ajusticiaba a prostitutas, proxenetas y militantes populares. En la zona de El Challao quedan rastros de lo que se llamó - y se llaman- los "pozos de Santuccione" donde eran echados los cuerpos de las víctimas. Se contabilizan por lo menos tres decenas de víctimas de un sanguinario sujeto que murió con olor a santidad. Cómplices civiles Los encargados de echar leña al fuego no disimulaban en sus mensajes el de arrasar con la frágil institucionalidad. Por ejemplo, en una reunión de empresarios realizada entre el 7 y el 8 de enero del 76, en la Capital Federal, representantes de la Unión Comercial e Industrial de Mendoza (UCIM), y de la Cámara de Comercio de San Rafael, proponían al cónclave "no pagar impuestos, hacer retenciones...Ya que ESTAMOS EN MEDIA GUERRA con el gobierno (de Isabel Perón) y también con algunos dirigentes de la CGT, HAGAMOS LA GUERRA ENTERA, hagamos algo, pero esto tiene que terminarse..." Y se dirigían a las FFAA "para que vean que hay fuerzas infiltradas y ocultas que nos llevan a algo planificado contra la República y esas fuerzas están también solapadas en alto nivel..." Y concretado el anhelado atentado contra la deteriorada democracia, se afirmaba: "Ante las circunstancias de dominio público, UCIM exhorta a sus afiliados y empresarios en general de los sectores de la producción, comercio, industrias y servicios a CUMPLIR FIELMENTE, las disposiciones impartidas en los comunicados dados a conocer por la Junta de Comandantes de las FFAA, que han asumido todos los poderes de la Nación. En cumplimiento de sus funciones específicas es un deber ir acompañando de auténtico sentido y carácter patriótico, afirmando nuestra fe en el gobierno argentino, procediendo con real vocación de servicio, empeñando todos sus esfuerzos y voluntades, con austeridad y sacrificio, para la reconstrucción moral y material de nuestra Patria". El mensaje de la UCIM era clarito: una adhesión total y sin cortapisas a los usurpadores del poder. En ese entonces, el presidente de la UCIM era el empresario Jorge Aregali Álvarez, y presidía la Cámara de San Rafael Mateo martínez Smidth, y prosecretario Renato Romano. Una complicidad, que se proyecta al presente, es el de la judicatura. Sólo sabemos de una excepción al juramento en masa de todos los estamentos a dar fidelidad a las llamadas Actas de la dictadura, que reemplaza a la Constitución. Quienes debían velar por el Estado de Derecho, se hicieron cómplices de los violadores. En los estrados de la Justicia Federal de Mendoza esa complicidad es más que expresiva, con una contundencia que en este aniversario del golpe del 76 va a merecer el más profundo repudio. El autor: Ramón Ábalo es dirigente de la Liga Argentina por los Derechos Humanos y autor de libros como "El terrorismo de Estado en Mendoza", entre otros. MAS INFORMACION

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