Como te iba contando
Desde hace poco menos de un año me convertí, culpechavez, en una especie de @CarolaCandanga imposible. Bastó que mi Presi mencionara mi nombre para que mi buzón se desbordara de mensajes, algunos para saludarme y muchos otros para pedirme que resolviera algo, siempre encabezados con un “Carola, tú que puedes hablar con tu Presi, dile…”
Desde hace poco menos de un año me convertí, culpechavez, en una especie de @CarolaCandanga imposible. Bastó que mi Presi mencionara mi nombre para que mi buzón se desbordara de mensajes, algunos para saludarme y muchos otros para pedirme que resolviera algo, siempre encabezados con un “Carola, tú que puedes hablar con tu Presi, dile…”
Al
principio sentí la urgencia de ayudar, luego la impotencia de no poder
hacerlo, más tarde el apremio de decir que tenemos un gran problema:
Estamos muy equivocados si creemos que una sola persona puede y debe
resolver los problemas de millones.
Me
puse a ordenar los CarolaCandanga y resultó que hay asuntos que se
repiten constantemente en los mensajes: problemas con el IVSS, problemas
con un banco, deudas salariales, el alcalde de no sé dónde o el
funcionario de tal y cual es un matavotos… Además de los asuntos
urgentes de salud que por urgentes quedan excluidos de esta reflexión
que pretendo hacer.
Y
reflexiono: Yo me pregunto ¿cuántos son los maestros que cayeron en ese
horrendo hueco salarial llamado acreencias? ¿Cuántas personas están
siendo peloteadas con trámites bancarios? ¿Cuántos abuelos tienen
dificultades con el Seguro Social y cuántos hijos y nietos capaces de
levantar la voz tienen esos abuelos? Cuántos problemas comunes tenemos.
Es
que al final todos padecemos los mismos males. Cuando alguna
institución no responde los afectados se cuentan de a miles, pero esos
miles se atomizan en un persistente individualismo hasta diluirse en la
remota esperanza de que, algún día, Chávez sepa y haga algo para
ayudarme.
Una
voz entre millones todas pidiendo las mismas cosas. Una lotería que
nadie gana, ni siquiera el que se saque el el premio de ser escuchado,
por fortuna y a punta de romper con el protocolo, en un pase de algún
Aló Presidente.
Decía
que nadie gana porque por mucho que la señora Fulana haya llamado la
atención de mi Presi y éste la haya dado respuesta, quedan otros tantos
como ellas, con a misma urgencia pero sin la más remota esperanza de ser
escuchados como lo logró Fulana.
Colectivicemos,
pues. Es requete sabido que en la unión está la fuerza. Hablamos
constantemente del poder popular pero muchos permanecen estáticos como
esperando que algo pase, como si el poder popular, cual si fuera una
pizza, viniera en una cajita que traerá algún repartidor. El poder
popular lo tenemos y se ejerce eficazmente a través de la organización.
Colectivizar, encontrarse, organizarse, y avanzar.
Yo no puedo agarrar el teléfono y hablar con mi Presi y les juro que si pudiera no le hablaría del problema de Fulano de Tal.
Si
yo hablara con mi Presi me gustaría poder contarle que ya entendimos y
asumimos responsablemente el ejercicio del tan necesario Poder Popular.
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